Son las 4 de la tarde del sábado cuando termino de comer una migas que tan cariñosamente habia preparado mi madre. Preparado para echarme una siesta después de no haber dormido mucho la noche anterior y llevar toda la semana de faena en faena.
Ya había empezado a nevar cuando me tumbé en mi sofa, pero el frio y el cansacio pegaban mis huesos al sofa.
Mi padre (Andrés) observa que se abre un claro y me indica que La Peñarrubia esta copada de nieve, como era de imaginar. No tardé ni 5 minutos en preparme para salir al monte para aprovechar estos momentos que muy de año en año suceden en nuestra vecina sierra.
Cojo el coche y subo por la Velica, pero me tengo que dar la vuelta porque la subida al castillo está cerrado, por el hielo. Doy la vuela y atravieso Lorca para subir por la Quinta hasta Los Pilones.
Bajo del coche y el viento helado me congela al instante pero menos mal que voy bien equipado: camiseta, sudadera, cortavientos y buff para la parte de arriba; mallas largas y pantalón para la parte de abajo. A ello le unimos la ropa interior, calcetines "de los recios", botas con goretex, polainas y guantes. No olvidar en estos casos la mochila con la merienda y un poco de agua, los bastones y lo mas importante, la cámara de fotos digital para inmortalizar el acontecimiento.
Comienzo a andar a las 16:30 horas, un frio que pela pero merece la pena. Al poco entro en calor al comenzar a tomar contacto físico y visual con la nieve. El sonido cuando se pisa nieve virgen no se puede expresar con palabras, pero es realmente increible.
Por la carretera suben coches, mientras otros bajan. Que bonita es la nieve desde el cristal, sólo les faltaba que les llevaran la nieve al sofa de su casa. Para mi es mas placentero recorrer todo el paraje, contemplando una increible postal de 3 horas de duración.
Cuando entro en el segundo tramo de la senda del Cejo veo que soy el segundo o tercero en pasar por allí. Increible, todo blanco, una sonrisa de oreja y un frio que pela pero que no lo sentía. Lo único que sentia era mi corazón acelerado y mi cabeza dando vueltas de ser todo un privilegiado en poder disfrutar de este momento y mas por la sierra que desde bien pequeño me abrio sus puertas (aunque siempre las tenga abiertas).
Las ramas de los árboles cargaditas de nieve, charcos de agua congelados, ni un resto humano, nada. Sólo yo, y la montaña. Que pena no poder compartirlo, pero la ansiedad del momento me hizo salir rápido de casa.
Llegué al Cejo y una estampa que nunca había contemplado, ni en la nevada del 12 de Enero de 2003, ni la más reciente del pasado año.
Tomé en dirección al collado y de allí a las antenas. En todo este tramo, solo eran mis huellas las que quedaban atrás. Poco mas adelante me acompañaban las huellas de un jabalí, que sorprendido por la nevada se dirigía hacia las cumbres (que contradicción).
En todo este tramo el espesor era bastante importante (1 palmo) y el panorama increible. No paraba de echar fotos, poniendo en peligro la "vida" de mi camara que entre el frío y la nieve que le caía encima, bien se portó; aunque al final se empañó el objetivo.
En las antenas, nieve pero mas dura por la acción del viento. Algun "desarmado" no habia tenido otra idea que lucir la potencia de su todo terreno ascendiendo hasta la misma esplanada de subida a las antenas (donde se sitúa la estructura de una casa). No es que no pueda, sino que la potencia del vehículo y las dos neuronas (tirando por alto) de su conductor habian creado unos surcos no solo en la nieve, sino también en el camino; bastante impactantes para el medio. En alguna curva tuvo dificultades para seguir, pero su codicia de llegar arriba y ser el gilipollas "que tocaba las nieves más altas", le permitio llegar a su objetivo (con mucha suerte, pienso porque en alguna curva tuvo que afinar todos sus sentidos. No merece la pena hablar más de este caso.
Desciendo por el camino forestal de las antenas hasta la carretera, donde llego ya de noche y continúo la marcha hasta Los Pilones. El camino lleno de hielo hasta el mirador y algun "loco" como yo de paseo, sin olvidar a un hombre en bicicleta que le debia pasar lo mismo que a mí.
Llego hasta Los Pilones y me meto en el coche con las botas puestas y llenas de barro y las polainas con un poco de nieve. Estoy un poco loco pero con este frio no me cambio en la calle!.
Y para casa, con mi sonrisa de oreja a oreja y pensando en la magnifica tarde que había pasado en esa montaña que tenemos a 20 minutos de nuestras casas.
Un saludo a todos/as.
Aquí os dejo unas imágenes de la ruta.
De camino al Cejo. (Limpíe el cartel para que se observara la veracidad de la imagen).
Mirada atrás. (Mis huellas y el Castillo al fondo)
Imagen desde la curva de entrada al Cejo. (el Cejo al fondo y yo junto a la piedra)
Pasado el collado del Cejo, abriendo huella de camino a las antenas.
Esparto cubierto de nieve de camino a las antenas.
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