Eran las nueve y cuarto de la mañana cuando llegamos al punto de partida de la ruta, la Casa forestal de la Perdiz , en Sierra Espuña, a las faldas del Morrón de Alhama. Hácia su punto geodesico debiamos dirigirnos a través de una pista forestal que recorre el barranco de Leyva. Las previsiones -meteorológicas auguraban inestabilidad atmosférica con probabilidad de lluvia y viento fuerte, por lo que nos enfundamos el chubasquero y bastante ropa de abrigo. El inicio del recorrido partió del area recreativa que se ubica doscientos metros más abajo; adentrándonos en la llamada "Senda del Dinosaurio", paralela a la carretera que va del Berro a la Perdiz. Después de quince minutos aproximadamente abandonamos esta senda, conectando con la pista forestal de Leyva , a través de un puente colgante muy divertido que une los dos extremos de un barranquillo.
Comenzamos la subida por la pista encontrando a nuestro paso especies arboreas típicas del bosque mediterraneo tales como pino carrasco, pino rodeno o negral, y arbustos como el enebro, coscoja, jaras y a más altitud sabina negra; una subvariedad de la sabina mora de tonos más oscuros que se encuentra únicamente en Sierra Espuña. Durante la subida observamos a nuestra derecha las paredes verticales de la Morra de la Cucalas y algunos alpinistas es-
calando sus inclinados cortados y a la izquierda la umbría del Morrón , conservando aún algunos neveros en las zonas mas elevadas. Observamos, también , un saco de escalada colgado a la mitad de la pared, donde supuestamente debieron de dormir la noche anterior, los alpinistas que estaban realizando la subida. En ese instante me vino a la mente la idea de que esos escaladores en condiciones normales ¡No debian de padecer de insomnio!.
Después de una hora de caminata llegamos al Collado Blanco, dejando la pista forestal y desviándonos en dirección sur por un sendero que sube por la umbría del barranco. Una vez en el collado el viento frio soplaba con bastante intensidad , obligandonos a resguardarnos en las
paredes de una casa derruida para almorzar y reponer fuerzas. Al cabo de unos minutos decidimos continuar la marcha o quedarnos complemente congelados. Por fortuna conseguimos poner en movimiento nuestros musculos, indicándonos Alberto la dirección de la senda que debiamos seguir. El sendero va ascendiendo poco a poco por la umbria , llamandonos la atención unos arboles con la hoja caída que pueblan la ladera de la montaña; son arces de Montpellier y constituyen una de las escasas especies arboreas caducifolias de los bosques murcianos. Después
de una media hora caminando , divisamos a lo lejos la garita del Morrón, separándonos de su punto geodésico un barranco orientando al noroeste por donde baja la pista del Caracol. Antes de tomar esa dirección decidimos subir al punto más elevado continuando por el sendero principal.
Una vez arriba las vistas son impresionantes, pues este es uno de los puntos estratégicos para divisar el manto verde bosquoso que cubre toda la sierra; Al sur se halla el barranco Gallego y el rio Espuña, cuyo nacimiento se ubica en el Collado Bermejo y al norte los impresionantes paredones rocosos de Leyva constituidos por formaciones calizas. El viento frio se hace tan intenso que en alguna ocasión nos hace perder el equilibrio.
A continuación de la fotos de rigor , comenzamos la bajada por la pista del caracol, llegando después de una hora a una pedriza por donde baja zigzageando el sendero, entre dos paredes rocosas que la delimitan. La visión de este canchal desde abajo es de gran belleza poniendo de relieve el gran legado recibido por los trabajos del arquitecto Ricardo Codorniu. Nos llamó , también, la atención un arbusto rastrero pegado a la roca , en una de las zonas de mayor umbría , que identificamos como hiedra por la forma de sus hojas.
Y por fin, llega el momento de bajar el cortafuegos hasta conectar con la senda del dinosaurio. La falta de celo a la hora de conservar el contafuegos en perfectas condiciones puso de manifiesto la dificultad para orientarnos , lo que hizo que bajaramos a la Perdiz como "Dios nos encaminó"
Eran las dos menos cuarto aproximadamente cuando llegamos al punto de partida, todos sanos y salvos y con ganas de refrescarnos con unas cervezas.
(He omitido los nombres cientificos de las especies porque soy consciente de que puedo provocar algún que otro bostezo entre los internautas televidentes.)
calando sus inclinados cortados y a la izquierda la umbría del Morrón , conservando aún algunos neveros en las zonas mas elevadas. Observamos, también , un saco de escalada colgado a la mitad de la pared, donde supuestamente debieron de dormir la noche anterior, los alpinistas que estaban realizando la subida. En ese instante me vino a la mente la idea de que esos escaladores en condiciones normales ¡No debian de padecer de insomnio!.
Después de una hora de caminata llegamos al Collado Blanco, dejando la pista forestal y desviándonos en dirección sur por un sendero que sube por la umbría del barranco. Una vez en el collado el viento frio soplaba con bastante intensidad , obligandonos a resguardarnos en las
paredes de una casa derruida para almorzar y reponer fuerzas. Al cabo de unos minutos decidimos continuar la marcha o quedarnos complemente congelados. Por fortuna conseguimos poner en movimiento nuestros musculos, indicándonos Alberto la dirección de la senda que debiamos seguir. El sendero va ascendiendo poco a poco por la umbria , llamandonos la atención unos arboles con la hoja caída que pueblan la ladera de la montaña; son arces de Montpellier y constituyen una de las escasas especies arboreas caducifolias de los bosques murcianos. Después
de una media hora caminando , divisamos a lo lejos la garita del Morrón, separándonos de su punto geodésico un barranco orientando al noroeste por donde baja la pista del Caracol. Antes de tomar esa dirección decidimos subir al punto más elevado continuando por el sendero principal.
Una vez arriba las vistas son impresionantes, pues este es uno de los puntos estratégicos para divisar el manto verde bosquoso que cubre toda la sierra; Al sur se halla el barranco Gallego y el rio Espuña, cuyo nacimiento se ubica en el Collado Bermejo y al norte los impresionantes paredones rocosos de Leyva constituidos por formaciones calizas. El viento frio se hace tan intenso que en alguna ocasión nos hace perder el equilibrio.
A continuación de la fotos de rigor , comenzamos la bajada por la pista del caracol, llegando después de una hora a una pedriza por donde baja zigzageando el sendero, entre dos paredes rocosas que la delimitan. La visión de este canchal desde abajo es de gran belleza poniendo de relieve el gran legado recibido por los trabajos del arquitecto Ricardo Codorniu. Nos llamó , también, la atención un arbusto rastrero pegado a la roca , en una de las zonas de mayor umbría , que identificamos como hiedra por la forma de sus hojas.
Y por fin, llega el momento de bajar el cortafuegos hasta conectar con la senda del dinosaurio. La falta de celo a la hora de conservar el contafuegos en perfectas condiciones puso de manifiesto la dificultad para orientarnos , lo que hizo que bajaramos a la Perdiz como "Dios nos encaminó"
Eran las dos menos cuarto aproximadamente cuando llegamos al punto de partida, todos sanos y salvos y con ganas de refrescarnos con unas cervezas.
(He omitido los nombres cientificos de las especies porque soy consciente de que puedo provocar algún que otro bostezo entre los internautas televidentes.)
Foto 1: Nuevos amigos nos acompañan en las salidas. En este caso Andrés "el ambulancias" de camino al Morrón de Espuña. Al fondo Paredes de Leiva.
Foto 2: Parte del C7 in the night de La Carrasca junto con Miguel "El Pisamierdas", gran amigo y andarín con mayúsculas. (Miguel siempre te acompañaremos).
Foto 3: Algunos/as de los que subimos a la cima del Morrón de Alhama. Al fondo el Morrón de Espuña.
Foto 4: La Senda del Caracol. Genial infraestructura de D. Ricardo Codorniú.
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