martes, 3 de julio de 2007

Crónica ruta: Trevélez - Siete Lagunas - Mulhacén - Trevélez. Sábado 23 y Domingo 24 de Junio de 2007.

Mulhacén. Así a bote pronto, la susodicha palabra no resulta conocida para la mitad de nosotros, o al menos yo era la primera vez que la escuchaba. Luego, alguien aseguró que se trataba de la montaña más alta de España, o al menos de la Península Ibérica, y la segunda de la Europa Occidental. Y que además se encuentra en las Alpujarras granadinas, que suena a chufa, pero que realmente se llaman así. Ah, pues muy bien, siendo una montaña tan famosa y estando aquí tan cerca, ¿quién puede resistirse a visitarla? Si dudarlo me inscribí para la ruta.
Y ahí quedó rubricado el error.

Porque claro, una cosa son 3.482 m., que viene a ser la distancia que recorre cualquier señora de mediana edad durante un día de las rebajas, y otra es esa misma distancia en pared vertical y cargado de bártulos marca “quechua”.
Y allí estábamos, en Trevélez (Granada), la mañana del día 23 de Junio, los veintitantos aventureros repartiéndonos las tiendas de campaña como dios nos dio a entender, acomodando lo mejor podíamos las mochilas y pasándonos cremas de dudosa utilidad por la cara. Me pregunto qué pensarían el grupo de ancianos que estaba sentado a la fresca junto a nosotros ante el espectáculo. En fin, supongo que estarán acostumbrados al trasiego incesante de montañistas y caminantes que sueñan con la ruta de su vida.
Antes de nada, apuntar que la Trevélez ostenta el curioso título de ser el pueblo que se encuentra localizado a mayor altitud de toda España. Buena cuenta de ello son sus empinadas calles y longevos ciudadanos, que deben ser, además, los que en mejor
forma física se encuentran del país. Impresiona observar los esfuerzos que deben realizar los que aspiran a transitar sus calles a diario. De hecho, creo recordar que durante toda la travesía hasta la misma cima del Mulhacén, no hay nada tan empinado como las calles del pueblo.
Superado este obstáculo, la ruta transita por una incesante pendiente ascendente que no da tregua en ningún momento. Siempre sube. Eso si, la jornada se hace amena si uno se dedica a contemplar el maravilloso paisaje que rodea la localidad: verdes prados, frescos manantiales que surgen del deshielo y animales pastando tranquilamente. Más
recuerda a otras latitudes y el viandante no puede dejar de pensar en pazos gallegos –los realistas-, o en Heidi –los exagerados-.
A la tremenda ascensión hay que sumar el factor meteorológico. Adverso. Un sofocante calor que se posaba sobre las doloridas espaldas de los que subíamos y hacían de cada paso una dura carga. Pero no había más remedio que seguir y añorar por una inexistente umbría que nunca encontraríamos.
Horas y más horas pasamos caminando a lo largo de lo que parecía ser una única cuesta que no terminaba. Bajo un sol de justicia y con vértigo de mirar arriba. Y de repente, cuando ya uno vislumbra lo que parece ser el final del camino, da un simple paso, uno solo, y es como si se congelara el infierno. Casi da que pensar en todas las veces que una chica nos ha prometido que saldría con nosotros “cuando se congelara el infierno”. Pues b
ien. Ahí estaba. El infierno se había congelado de repente y yo seguía soltero.
El caso es que el término de la ascensión da lugar a un valle en mitad de la montaña jalonado de densos bloques de nieve que te lanzan helados chorros de aire impactándote directamente en la ropa sudada. Habíamos pasado del infierno al cielo en un solo paso.
En ese momento nos encontrábamos en el conocido “Siete lagunas”, junto a la que representa la más baja de todas ellas: Laguna Hondera, lugar que habría de ser nuestro campamento base y refugio para la noche. Apuntar que la altitud en ese punto es de 2900 metros y que dicha medición pasó factura a más de uno con el llamado “mal de altura”. Por fortuna, sin mayor repercusión que un malestar pasajero.

La mañana siguiente amaneció fresca y despejada. Con el Mulhacén a un tiro de piedra nadie quiso perderse el último esfuerzo de llegar arriba. Aunque para ello habría que atajarse por una pendiente llamada “loma del degüello”, sobre cuyo nombre no haré ninguna referencia jocosa, pues a nadie le hizo gracia subirlo.
Si bien el final recompensa con creces el esfuerzo pues uno llega a la cima del Mulhacén orgulloso del trabajo realizado y con el premio de unas vistas difícilmente superables por ninguna otra cima conocida. Lástima que las nieblas matinales y el intenso frío que reinaba en semejante altitud no nos dejaran recrearnos tanto como hubiésemos deseado en aquel punto final.
El resto del día nos ocupamos en volver sobre nuestros pasos, esta vez en algo similar a una caída libre desde tres kilómetros, que pusieron a prueba nuestra resistencia podológica y la calidad de nuestro calzado y, por supuesto, en dar buena cuenta de un estupendo plato alpujarreño más que merecido.

Saludos.

Cristóbal Sánchez.


Foto 1: Antonio y Manolo en los primeros repechos tras dejar Trevélez.

Foto 2: Marcos Cano haciendo un descanso mientras contempla el paisaje.

Foto 3: Pepe, Cristobal y Manolo. Al fondo ya se observa el objetivo del sábado (Siete Lagunas).

Foto 4: Nuestro campamento en Siete Lagunas, concretamente en Laguna Hondera.

Foto 5: Paco y Diego sonrientes al conseguir la cima de la Península Ibérica.

Foto 6: Algunos de los miembros del Club que ascendieron al Mulhacén. Otros ya habían bajado a causa del frio.

Foto 7: Juanan sobre las Chorreras Negras.

Foto 8: El grupo de participantes previo a la bajada a Trevélez.

Foto 9: Cristobal y Diego salvando el río.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias Cristobal por tu magnífica crónica y estupendas fotos, donde se describe perfectamente nuestro sufrimiento y a la vez satisfacción por el logro de subir al techo de la Península Ibérica. ¿Tienes tú o alguien que lea este comentario alguna foto de todo el grupo en la cima del Mulhacen? ¿Se podría poner en la página?.
Saludos y buen verano.
Juan Antonio Navarro

Khristo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Khristo dijo...

Hola. Pues la crónica si la he redactado yo, pero las fotos creo que son de Juanjo. Imagino que él debe tener alguna. A ver si nos la pone.

Saludos.

Cristóbal Sánchez.

Unknown dijo...

Hola compañeros y compañeras. En el momento justo de tomar la foto en la cumbre con mi máquina, esta se quedó sin batería, con lo que no pude tomar la foto que decís. Si alguno tiene esa foto que la envíe al correo del club.
Un saludo.

Diego Navarro dijo...

Yo tengo unas fotos del grupo en la cima, ya se las he mandado a Juanjo por correo, de todas formas le dejé todas las mias en un archivo.
Un saludo y gracias a todos por los magníficos dias de montaña y compañerismo vividos
Saludos.
Diego Navarro

Unknown dijo...

Ya está puesta la foto de grupo en la cima del Mulhacén.
Gracias a todos los que enviaron dicha foto.