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martes, 17 de julio de 2007

Crónica VII Travesía Nocturna de Montaña de Puerto Lumbreras. Sábado 14 y domingo 15 de Julio de 2007.

Tres miembros del Club Senderista de Lorca "La Carrasca", participaron el pasado fín de semana (14 y 15 de Julio de 2007) en la VI Travesía Nocturna de Montaña de Puerto Lumbreras. Una travesía que según palabras de los participantes resultó ser una experiencia gratificante y recomendable para todos los amantes del senderismo.
Esta actividad combina el senderismo y la orientación, todo ello en la oscuridad de la noche.
Según palabras de Diego Navarro, componente del equipo: "mi iniciación fue expléndida, la noche se hizo larga pero las sensaciones durante la travesía fueron muy agradables, aunque se notó la falta de experiencia por mi parte y el desconocimiento de la forma de afrontarla. Pese a todo esto creo que en los miembros del equipo quedeó buen sabor de boca y las ganas por participar en las que podamos, pero con un poco más de preparación, no física sino de método".
El equipo del Club Senderista de Lorca, "Antes eramos más - La Carrasca"; quedó en el puesto número 11, de un total de 26 equipos. Un puesto meritorio para los tres compañeros del Club.


Foto1: Marcos, Juan Carlos y Diego. Componentes del equipo "Antes eramos más - La Carrasca", instantes previos al inicio de la Travesía.

Foto 2: Ventana de luz. No se si la luna o el sol. (resolved la duda en los comentarios)

viernes, 6 de julio de 2007

Travesia Nocturna de Montaña de Puerto Lumbreras. Sábado 14 de Julio de 2007.

Después de que en el año 2006 se suspendiera la actividad, este año nuestros amigos del Sylibum retoman con energía esta mágnifica prueba al alcance de todos.
Desde el Club Senderista de Lorca venimos participando desde la primera edición. Ya son varias las personas del club que han solicitado participar, por lo que cualquiera que esté interesado debe llamar a Juanjo Vilar, enviar un correo electrónico o bien incluirlo como comentario en esta noticia.
Espero que podamos disfrutar en esta edición tanto como en las anteriores.


martes, 3 de julio de 2007

Crónica ruta: Trevélez - Siete Lagunas - Mulhacén - Trevélez. Sábado 23 y Domingo 24 de Junio de 2007.

Mulhacén. Así a bote pronto, la susodicha palabra no resulta conocida para la mitad de nosotros, o al menos yo era la primera vez que la escuchaba. Luego, alguien aseguró que se trataba de la montaña más alta de España, o al menos de la Península Ibérica, y la segunda de la Europa Occidental. Y que además se encuentra en las Alpujarras granadinas, que suena a chufa, pero que realmente se llaman así. Ah, pues muy bien, siendo una montaña tan famosa y estando aquí tan cerca, ¿quién puede resistirse a visitarla? Si dudarlo me inscribí para la ruta.
Y ahí quedó rubricado el error.

Porque claro, una cosa son 3.482 m., que viene a ser la distancia que recorre cualquier señora de mediana edad durante un día de las rebajas, y otra es esa misma distancia en pared vertical y cargado de bártulos marca “quechua”.
Y allí estábamos, en Trevélez (Granada), la mañana del día 23 de Junio, los veintitantos aventureros repartiéndonos las tiendas de campaña como dios nos dio a entender, acomodando lo mejor podíamos las mochilas y pasándonos cremas de dudosa utilidad por la cara. Me pregunto qué pensarían el grupo de ancianos que estaba sentado a la fresca junto a nosotros ante el espectáculo. En fin, supongo que estarán acostumbrados al trasiego incesante de montañistas y caminantes que sueñan con la ruta de su vida.
Antes de nada, apuntar que la Trevélez ostenta el curioso título de ser el pueblo que se encuentra localizado a mayor altitud de toda España. Buena cuenta de ello son sus empinadas calles y longevos ciudadanos, que deben ser, además, los que en mejor
forma física se encuentran del país. Impresiona observar los esfuerzos que deben realizar los que aspiran a transitar sus calles a diario. De hecho, creo recordar que durante toda la travesía hasta la misma cima del Mulhacén, no hay nada tan empinado como las calles del pueblo.
Superado este obstáculo, la ruta transita por una incesante pendiente ascendente que no da tregua en ningún momento. Siempre sube. Eso si, la jornada se hace amena si uno se dedica a contemplar el maravilloso paisaje que rodea la localidad: verdes prados, frescos manantiales que surgen del deshielo y animales pastando tranquilamente. Más
recuerda a otras latitudes y el viandante no puede dejar de pensar en pazos gallegos –los realistas-, o en Heidi –los exagerados-.
A la tremenda ascensión hay que sumar el factor meteorológico. Adverso. Un sofocante calor que se posaba sobre las doloridas espaldas de los que subíamos y hacían de cada paso una dura carga. Pero no había más remedio que seguir y añorar por una inexistente umbría que nunca encontraríamos.
Horas y más horas pasamos caminando a lo largo de lo que parecía ser una única cuesta que no terminaba. Bajo un sol de justicia y con vértigo de mirar arriba. Y de repente, cuando ya uno vislumbra lo que parece ser el final del camino, da un simple paso, uno solo, y es como si se congelara el infierno. Casi da que pensar en todas las veces que una chica nos ha prometido que saldría con nosotros “cuando se congelara el infierno”. Pues b
ien. Ahí estaba. El infierno se había congelado de repente y yo seguía soltero.
El caso es que el término de la ascensión da lugar a un valle en mitad de la montaña jalonado de densos bloques de nieve que te lanzan helados chorros de aire impactándote directamente en la ropa sudada. Habíamos pasado del infierno al cielo en un solo paso.
En ese momento nos encontrábamos en el conocido “Siete lagunas”, junto a la que representa la más baja de todas ellas: Laguna Hondera, lugar que habría de ser nuestro campamento base y refugio para la noche. Apuntar que la altitud en ese punto es de 2900 metros y que dicha medición pasó factura a más de uno con el llamado “mal de altura”. Por fortuna, sin mayor repercusión que un malestar pasajero.

La mañana siguiente amaneció fresca y despejada. Con el Mulhacén a un tiro de piedra nadie quiso perderse el último esfuerzo de llegar arriba. Aunque para ello habría que atajarse por una pendiente llamada “loma del degüello”, sobre cuyo nombre no haré ninguna referencia jocosa, pues a nadie le hizo gracia subirlo.
Si bien el final recompensa con creces el esfuerzo pues uno llega a la cima del Mulhacén orgulloso del trabajo realizado y con el premio de unas vistas difícilmente superables por ninguna otra cima conocida. Lástima que las nieblas matinales y el intenso frío que reinaba en semejante altitud no nos dejaran recrearnos tanto como hubiésemos deseado en aquel punto final.
El resto del día nos ocupamos en volver sobre nuestros pasos, esta vez en algo similar a una caída libre desde tres kilómetros, que pusieron a prueba nuestra resistencia podológica y la calidad de nuestro calzado y, por supuesto, en dar buena cuenta de un estupendo plato alpujarreño más que merecido.

Saludos.

Cristóbal Sánchez.


Foto 1: Antonio y Manolo en los primeros repechos tras dejar Trevélez.

Foto 2: Marcos Cano haciendo un descanso mientras contempla el paisaje.

Foto 3: Pepe, Cristobal y Manolo. Al fondo ya se observa el objetivo del sábado (Siete Lagunas).

Foto 4: Nuestro campamento en Siete Lagunas, concretamente en Laguna Hondera.

Foto 5: Paco y Diego sonrientes al conseguir la cima de la Península Ibérica.

Foto 6: Algunos de los miembros del Club que ascendieron al Mulhacén. Otros ya habían bajado a causa del frio.

Foto 7: Juanan sobre las Chorreras Negras.

Foto 8: El grupo de participantes previo a la bajada a Trevélez.

Foto 9: Cristobal y Diego salvando el río.