Tras una hora y media de coche encontramos a nuestros amigos Ginés e Isabel esperando a la expedición a la entrada de la Puebla de don Fabrique, y con ellos continuamos en dirección a Santiago de la Espada a la búsqueda del puerto del Pinar, desde donde comenzamos nuestra ascensión al Gillimonas, a dos mil y pico metros.
Tenemos suerte pues durante la ascensión no nos llueve, a pesar del cielo nuboso, pero no podemos disfrutar del privilegio que nos ofrece el alto del Gillimonas, que es precisamente la observación de las sierras que desde él se nos ofrecen. La ascensión se realiza sin ninguna incidencia, encontrado a nuestro paso sobre todo los piornales característicos de los prados de altura. Nada especial que reseñar en esta ruta atractiva y realizada a total satisfación de los participantes, pero no puedo dejar pasar la ocasión de expresar el disfrute que yo particularmente he experimentado al volver al monte después de más de un año de ausencia: tiempo éste en que he perdido el disfrutar del monte, de sus olores, de sus paisajes, de sus sonidos, y que al retomar he vuelto a disfrutar de ello y de lo que lleva aparejado, que son varias y muy recomendables sensaciones. Con ello quiero aconsejar a los que lleváis un tiempo apartados vuestro acercamiento y a aquellos que no acostumbráis a transitar por estos lugares que probéis, pues es en mucho lo que el cuerpo y la mente agradecen estos momentos.
¡Nos vemos en el monte! (Y después en el bar).
Crónica: Sebastián Navarro-Soto Soto.
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