jueves, 23 de febrero de 2006

Crónica Ruta: Circuito Rambla del Hortillo - Rambla de las Alquerías. 05/02/2006

CRÓNICA DE UNA MAÑANA DE DOMINGO POR LAS TIERRAS DE HORTILLO Y JARALES. CIRCUITO RAMBLAS DE HORTILLO-ALQUERÍAS.

El domingo 5 de Febrero nos damos cita en el lugar de costumbre veintidós personas, son las ocho de la mañana y la climatología parece no dejar lugar a dudas: el sol no va a ser nuestro compañero de viaje…, el cielo está totalmente encapotado y ligeras gotas se dejan sentir. ¡Nos vamos a mojar!, es ésta la inevitable comidilla del momento y motivo del igualmente inevitable: ¿qué hacemos?. Quizá en la mente de alguien puede rondar la tentación de optar por la retirada, pero la tentación debe ser tan poco consistente que nadie se arredra y escasos minutos después emprende la mini caravana de coches rumbo oeste. Seguimos la carretera que conduce a La Parroquia hasta dejarla para desviarnos a la izquierda por el camino de La Cordillera (para ubicación de los posibles despistados, nos encontramos a unos doscientos metros del cruce con el pantano de Puentes); siendo rigurosos lo de camino es un decir, porque realmente se trata de una plataforma asfaltada bien anchita (que para si la quisieran mis sufridos amigos de Zarzadilla de Totana…) que curiosamente vuelve a estrecharse y a ser de tierra cinco kilómetros más arriba, después de haber rebasado, eso sí, las instalaciones ganaderas de cierto caciquillo local…. Llegados al final del asfalto es el momento de echar pie a tierra. Nos encontramos en una encrucijada de caminos: el de la izquierda (este) inicia la bajada hacia la rambla del Hortillo y tras cruzarla se empina de forma acusada en busca de la ermita del Pradico; el de la derecha (oeste) se dirije hacia la rambla de Las Alquerías (será el camino de regreso); el que tenemos de frente (sur) es el que espera nuestros primeros pasos.
Son las ocho y cuarenta minutos cuando iniciamos la caminata. Empezamos subiendo una cuesta que culminaremos cuando hayamos recorrido un kilómetro y medio aproximadamente, un bosque aclarado (salvo en zonas concretas donde se presenta más tupido) de pino carrasco flanquea el camino. Una vez arriba nos dejamos caer por la pendiente que en unos quinientos metros lleva a la rambla del Hortillo. Llegados a este punto es inexcusable hacer un alto en el camino, previo aviso a los “adelantados” para que frenen su ímpetu y retrocedan un poquito, la razón es bien sencilla: estamos en un entorno que tiene un alto valor ecológico; tenemos ante nosotros un chopo de porte majestuoso incluido en el catálogo de árboles monumentales, pero especial mención merece el bosquete (considerado entre los cuatro mejores de la región) del roble conocido como quejigo (Quercus faginea) con bastantes ejemplares centenarios. Continuamos la marcha rambla arriba, mientras poco a poco en el paisaje inmediato va ganando presencia el cultivo de almendro moteado por hermosas encinas, que perviven como testigos mudos y aislados de lo que un tiempo debió ser el bosque autóctono; cuando estamos muy próximos a alcanzar la cabecera de la rambla (hora y media y unos seis kilómetros recorridos) creemos oportuno hacer un alto en el camino para reponer fuerzas y de paso aprovechar la existencia de una especie de pérgola cubierta que nos sirva de resguardo, porque la lluvia ha pasado de ser posibilidad a ser realidad. Una vez reconfortado el estómago y hechas las fotos de rigor, proseguimos la ruta (ya con la lluvia como compañera inseparable hasta el final) llegando enseguida a una divisoria de aguas que drena hacia tres ramblas: Los Navarros (sur), Hortillo (noreste) y Las Alquerías (noroeste). Nos encontramos a una altura cercana a los novecientos metros, en la base del cerro Casa Alta que según indicación cartográfica alcanza los 920 metros. Es precisamente este punto, junto a la ruinosa casa que debe dar nombre al cerro, el que en días claros (que desafortunadamente no es el caso) constituye un magnifico mirador con excelentes panorámicas en cualquiera de las direcciones.
Seguimos la marcha en dirección oeste, bordeando primero la cara norte del comentado cerro para continuar después el camino por el lomo de la mencionada divisoria (que se extiende de este a oeste). El paisaje más cercano apreciable en esta zona difiere poco del observado en la parte alta de la rambla de Hortillo. Hemos andado sobre los cuatro kilómetros desde que reiniciamos la ruta, cuando llegamos a una encrucijada de caminos….Es el momento de abandonar las alturas, toca girar a la derecha para empezar el descenso de la rambla de Las Alquerías (entramos a la misma por el extremo oeste de su cabecera), sobrepasamos al poco de iniciar la bajada el habitado cortijo de Las Teresas que dejamos a nuestra izquierda. La dirección general de la marcha es la noreste y conforme avanzamos se va atenuando la pendiente inicial.
Pasamos junto a varios cortijos (entre ellos el de Las Alquerías) con bastante fuste, venidos a menos de un esplendor no tan lejano. También nos ofrece esta rambla varias evidencias de la presencia de agua y ejemplos de su antiguo aprovechamiento mediante albercas. Tras unos cuatro kilómetros de descenso dejamos la rambla, la abandonamos girando por un camino que en dirección este nos llevará en poco más de media hora a reencontrarnos con el punto de partida, donde culminamos los dieciséis kilómetros y medio del recorrido a las doce y cuarenta minutos.
Apunto ya unas últimas impresiones: Hemos completado un itinerario (conocido en una pequeña parte por anteriores incursiones) a través de una zona que posee un alto valor ecológico y paisajístico, con ejemplos de arquitectura tradicional perfectamente integrados en el entorno. En definitiva, hemos descubierto un poco más de un lugar que encarna valores que merecen la pena ser conservados. Donde todavía se puede estar y caminar sintiéndonos parte de lo que nos rodea, sin esperar los sobresaltos ni las punzadas hirientes que producen las tan ilógicas, desmedidas y extendidas agresiones al territorio. Esperemos que ningún agente urbanizador (ese es el eufemismo legal con el que ahora se denomina a los especuladores) ponga los ojos y sus intenciones aquí, y con la venia siempre dispuesta de la administración, conviertan este singular espacio patrimonio de todos (que la naturaleza y nuestros mayores nos han legado) en el patio trasero de un mar de cemento y ladrillos. ¡Por favor que no lo pongan en valor…!.

Un saludo senderista de vuestro amigo Ginés.

NOTA:
Quercus Faginea es el nombre científico del popularmente conocido como quejigo. Este roble es un pariente cercano de la encina; siendo de apariencia muy similar se diferencia de ésta por su porte menos globoso, más irregular, y por la característica de tener hojas marcescentes, lo que le permite conservar buena parte del follaje (que adquiere un tono marrón) durante la invernada. Es una especie que escasea en el sureste peninsular fundamentalmente por su exigencia hídrica (mínimo 600 mm anuales). Por tanto, en la región su presencia se reduce a ejemplares aislados ubicados en zonas umbrías del centro y del norte especialmente. De ahí la importancia que adquiere el bosquete de la rambla del Hortillo. Dice el libro Árboles Monumentales y Singulares de la Región de Murcia: “…Sus poblaciones son muy reducidas. Las mejores formaciones y bosquetes de la zona de estudio aparecen en barrancos (Carrascalejo, La Pollera, Casas del Arroyo, y Rambla del Hortillo). En las laderas húmedas, a lo sumo, se observan ejemplares dispersos”.














1 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena, amigo Gines, por la
crónica, pues creo que describes
perfectamente el valor paisajisti-
co y ecológico de la zona.

Un saludo , Juan Sánchez.