martes, 16 de septiembre de 2008

Crónica ruta: Casa Iglesias - Cerro de la Campana. Domingo, 14 de Septiembre 2008.



Como muy bien señalaba el blog del Club la actividad resultó ideal para ir con niños o gente poco preparada y disfrutar de los valores naturales que atesoran estos parajes lorquinos. El terreno no contaba con apenas desnivel y, efectivamente, contaba con elementos dignos de visitar como el vivero forestal -semillero- con sus bancales asentados con muretes de piedra, la cortijada de la Culebrina o la centenaria Carrasca del Tío Sabino... Aunque  en estos bosques debería dominar la encina o carrasca (Quercus ilex subsp. rotundifolia) -emblema del bosque mediterráneo- por su lento crecimiento quedó relegada a un segundo plano en las repoblaciones de las décadas de los 60 y 70 que se hicieron con pino carrasco (Pinus halepensis) y rodeno o marítimo (Pinus pinaster). A pesar de que la encina asienta y protege mejor el suelo de la erosión y alberga a una mayor biodiversidad perdió la batalla ante el rápido crecimiento de los pinos. Y si continuamos hablando de árboles descubrimos uno de escaso porte protegido por una malla metálica, probablemente de la visita de los herbívoros, justo al recuperar la pista que nos llevó de nuevo a Casa Iglesias completando esta ruta circular. Nos asaltó la duda de si se trataba de un serbal común (Sorbus domestica L.) o de un serbal de los cazadores (Sorbus aucuparia L.) pero un panel informativo nos hizo inclinarnos por éste que tiene las hojas con el margen aserrado, enfrentadas y sus frutos son redondos, del tamaño de un guisante y de un color rojo vivo. Forman  ramilletes muy llamativos. Recibe este nombre por haberse empleado su fruto para atraer y cazar los pájaros -aucuparia- (de aucupor: cazar aves). Se distingue del serbal común porque este último tiene las hojas algo más pequeñas y el fruto se asemeja a una pequeña pera, de color pardo-amarillento cuando madura. Suelen crecer en barrancos y lugares sombríos como los que se encuentran en el barranco de Enmedio en Sierra Espuña, justo antes de cruzar la valla que delimita el parque natural y en la casa de la Carrasca.  Como curiosidad destacar que un paraje cercano a Casa Iglesias recibe el nombre de Servalejo -con “v”-. Pero además de estos valores botánicos también pudimos disfrutar de valores paisajísticos como tener la posibilidad de contemplar el Pericay y la Molata desde el Cerro de la Campana mientras dábamos cuenta del único avituallamiento de la marcha, exceptuando la obligatoria parada en el Consejero -de camino a Lorca- para tomar el aperitivo e intercambiar impresiones y anécdotas veraniegas. Y… hablando de anécdotas, muchos se perdieron la cronometrada de Juanjo Vilar a bordo de su Volkswagen Golf en el rally “búsqueda de los compañeros” que erróneamente de dirigían a María por una pista forestal equivocada. No hubo salidas de pista ni otros incidentes dignos de mencionar salvo que en la próxima revisión del coche el mecánico diga otra cosa. Como inicio de la nueva temporada creo que esta salida nos abrió el apetito para la siguiente y que, además, despertó el interés por conocer mejor esta zona del municipio lorquino.   
Foto 1: Cortijo de la Culebrina.  
Foto 2: Caminando por un antiguo sendero de mampostería utilizado para la repoblación de la zona.  
 
 Foto 3: Hacia el mirador del Cerro de la Campana.
  
Foto 4: Mirador del Cerro de la Campana. Al fondo, el Pericay y la Molata. 
  
Foto 5: El grupo de participantes en la carrasca del Tío Sabino. 
  
 Foto 6: De vuelta a Casa Iglesias. Nuevos amigos nos acompañan, bienvenidos.
  
Foto 7: Serbal de los cazadores. (Sorbus aucuparia L.
 
Crónica: Agustín Javier García Soriano.
Fotos: Juanjo Vilar.

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